domingo, 23 de octubre de 2011

LAS LAGRIMAS Y LA FURIA

Son días confusos. Días en los que la tenue frontera de los principios y los sentimientos se desvanecen. Cambio de era, de época, de tiempo. Días en que dudamos de todo lo que nos ha llevado hasta aquí. Pero son tiempos propicios también para reforzar nuestros principios, nuestros valores. Ellos son como una brújula en medio de la tormenta que nos llevará hasta la orilla que siempre nos hemos puesto como meta vital. Los míos son la lucha por la igualdad, la solidaridad y la justicia. Por la paz y la tolerancia. Los de ser firme en mis convicciones pero flexible a la hora de entender que quizá no tengo razón, y que puedo estar equivocado. De saber pedir perdón sin sentirme humillado. De extender la mano.
Son días de lágrimas y furia.

Las lágrimas de los que tienen el corazón limpio y el alma tranquila. De los que no pueden dejar de sentir una mezcla de alegría, tristeza e impotencia. Alegría por el fin de la violencia, de poder por fin abandonar la prisión de un secuestro democrático, de poder sentarse en una terraza a tomar un café y contemplar a sus hijos juguetear con otros niños sin miedo a dejarse en un gesto cotidiano la vida. De respirar la libertad de ser libres. De tristeza e impotencia al pensar en tantos amigos y amigas que ya no podrán hacerlo. Que este momento llega tarde para ellos. De sentir la culpabilidad del superviviente.

Pero estos días se mezclan con la furia, con la rabia de los que no tienen lágrimas. De aquellos cuyas almas hace tiempo que se hundieron en el abismo del odio y del rencor. De los que sienten furia por los que derraman lágrimas. De los que son incapaces de sentir nada que no sea su propia sed de venganza y de revancha. La furia de los que desprecian a víctimas de una dictadura que supieron ser generosas para construir una paz en la que hasta sus verdugos tuvieron paz, pero son incapaces de sentir algo por las víctimas que ya no vendrán porque les molestan en su camino hacia la revancha.

Estos días son confusos. La furia ruge como siempre lo ha hecho frente a las lágrimas de alegría y de impotencia. Pero estos días también son una lección para los que tenemos el alma limpia, para los que hemos sentido una alegría contenida por nuestros amigos y compañeros que dejan la prisión hecha con barrotes de pistola y explosivos. Las lágrimas se han impuesto a la furia. Lo volverán a hacer.