Desde hace unos meses vengo viviendo por diferentes razones un apagón mediático evidente. Determinados medios de comunicación simplemente han dejado de publicar todo lo que tenga que ver con mi actividad política. Ello es algo con lo que cuento porque soy consciente de que los medios de comunicación privados son empresas, y como tales, responden a los intereses privados y particulares de sus propietarios. Por eso, en una tierra como la nuestra, en Canarias, donde el poder económico está tan concentrado y basado en una sociedad manifiestamente injusta, cualquier proyecto político como en el que yo participo, que pretenda acabar con esa situación sufrirá ineludiblemente un apagón mediático. Todo ello en la medida en la que es ese poder concentrado el que mantiene con vida a medios de comunicación que sobreviven sólo gracias a la publicidad de algunos determinados sectores, o directamente de la publicidad institucional. Para poder tener un mejor trato mediático debe renunciarse al cambio social, y eso es algo que por mi parte no estoy dispuesto a realizar. En los últimos dos años y medio he peleado duramente contra algunas multinacionales, contra empresas que se aprovechan de la debilidad de quien gobierna y de su complicidad para seguir aumentando su cuenta de resultados a costa del esfuerzo de muchos ciudadanos y ciudadanas. Por eso no me extraña que determinados medios que viven de la publicidad de algunas de estas empresas hayan decidido tomar esa actitud. Todo ello contrasta, coincidiendo en el tiempo, con el boom mediatico de alguno de mis rivales políticos. Nada que no encaje en el puzzle de la política de Canarias.
