domingo, 1 de enero de 2012

UN HOMBRE SOLTERO


El amor es un sentimiento universal. Y el desgarro vital de perder a la persona de la que estás enamorado es posiblemente algo que nos iguala como seres humanos. Nadie, ni los espíritus más rocosos, están a salvo de ese naufragio de la existencia. De la sensación de vacío y el abismo que se abre dentro del alma propia que hace en ocasiones irrespirable la propia existencia.

Tom Ford, diseñador de moda, decidió en 2009 dirigir su primer largometraje. Y se decidió a contar con un lenguaje cinematográfico sensible e intenso ese vacío del alma. La ausencia de todo y esa náusea existencial que oprime cada segundo de vida para quien se ve privado de ese amor total, perfecto e intemporal. Colin Firth traspasa esa sutil línea que separa el misterioso y fascinante mundo de la irrealidad de la pantalla, y nos hace sentir segundo a segundo el desgarrador dolor y la angustia de su personaje. Da igual que sea un amor homosexual como es el caso de la cinta. Es amor, simplemente. Es imposible no sentirte guiado de su interpretación, como cogido de su mano, en un viaje hacia el laberinto interior de su personaje.