sábado, 1 de enero de 2011

Año nuevo, nuevas ilusiones.

Ha terminado la década. Posiblemente con más incertidumbres que certezas de por donde va a dirigir sus pasos la humanidad en este siglo XXI convulso y desconcertante. Una crisis económica global, una era de la información que avanza a una velocidad que nos hace imposible imaginar donde estaremos en los próximos años, la posibilidad de la aceleración del cambio climático, el miedo de las clases medias occidentales a perder su estatus social, su seguridad, etc. Este panorama es normal que produzca desasosiego e incluso porque no decirlo, directamente miedo. El exceso de información, buena y mala, a la que el ciudadano de los países desarrollados puede acceder, le coloca ante un abismo de incertidumbre. En este sentido, paradójicamente, o no, el acceso masivo a todo tipo de información genera más incertidumbre que seguridad. Lo que ocurre en la otra punta del planeta lo conocemos en tiempo real. En un solo clik. No ya en nuestro ordenador, sino en nuentro propio teléfono móvil. Que rápido ha pasado aquellos días no tan lejanos en los que los móviles irrumpieron en nuetras vidas. Terminales pesados y rudimentarios, que en menos de una década han dado paso a los smartphones. O las redes sociales. Contactar en tiempo real con miles de personas en cualquier parte del mundo, interacutar sin intermediarios con otros ciudadanos, sin control de los poderes políticos ni de los poderes mediáticos. Aquí el miedo se instala no en los ciudadanos, sino entre los poderosos. Quien controla la información controla el poder. La información sin control del poder lo debilita. Todo ello contribuye a crear una especie de sensación de fin de los tiempos.

Sin embargo, en mi modesta opinión, esto con más o menos similitud ya ha ocurrido en otros periódos de nuestra historia. Es una época de cambios, de finalización de modelos sociales, del surgimiento de otros nuevos. Por tanto, no debemos verlo como un periódo de miedo o incertidumbre, sino como una oportunidad. Una posibilidad de mejorar, de perfeccionar las cosas. Y en lo que a mi me preocupa, una oportunidad para hacer un mundo más justo. Feliz 2011 y feliz década.

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